martes, 6 de noviembre de 2012

Un folio en blanco, un reto.


Llenar una hoja diáfana es toda una prueba de fuego, se puede rellenar a lo loco, o se puede rellenar con sentido.




Últimamente, o he perdido la inspiración divina, o no encuentro diez minutos de silencio y soledad… también han venido muchos cambios en mi vidilla. Del Código a la cámara, del artículo número 8, al guión de una pieza.

Creo que la evolución de la tecnología y su loco auge, a pesar de lo mucho bueno que aporta, arrastra cargas negativas, y vaya por delante que disfruto como nadie, de un Ipad, de un Iphone y de todo lo que empiece por I-.


Pero ya no se puede estar sin el móvil en la mano más de 5 minutos. Ese aparato empieza a generar dependencia, ansiedad y estrés.

La lucecita de la notificación… no pasa un minuto sin encenderse. Si no es el Facebook, es el Twitter, si no el Whatsapp y sus 4 grupos diferentes de amigos y temas de conversación, el Instagram,  el mail de publicidad de turno…
La cuestión es, ¡que el móvil no para!  ¡que es una bomba de relojería! y toda esa información que nos mandan, ¡nos va a volver locos!

Mi teléfono pasa 15 minutos sin hacer nada y me falta tomarle el pulso…

Para mí, es ya complicado entablar una conversación y más improbable aún, continuarla sin mirar el móvil de reojo, es algo automático y absorbente, una especie de tic. En definitiva, es más dificil que rellenar un folio en blanco, que era el verdadero reto.

Tendremos que hacer un esfuerzo. Se plantea guardar el móvil cuando estemos con los amigos, y en otras muchas ocasiones, como por ejemplo, en la misa de una boda, y eso si que es un RETO.

Ya lo paso mal durante la hora del gimnasio, mientras el maldito bicho se queda en la taquilla… ¡PERO HAY QUE INTENTARLO!

Lo malo son los que vienen detrás, a nosotros ya nos ha cogido viejos el asunto, y aún así, nos estamos quedado para allá…

Pero los pequeños si que me preocupan; en el patio apenas hablan, se perdieron el escondite, las chapas, o las canicas… y ahora, las chuletas de papel de toda la vida. Entre aplicación y aplicación, Google hace los exámenes.

Piénsalo, nos comportamos  ya, casi como robots…

Lucia G.